Viajar en tren constituye una de las formas más cómodas para desplazarse de un lugar a otro… ¡es un decir! ¡Pero hay trenes y trenes! Los trenes formaban parte de las vacaciones familiares, era y antes que todo dios andarse encochado la forma de recorrer largas distancias. Era habitual que los trenes se denominasen según donde se dirigían , así se llamaba “El Sevillano” aquel mítico tren que tardaba dos días con sus noches en ver la Giralda y la Torre del Oro, y por el contrario “El Catalán” el que retornaba de tan andaluz destino , no diferenciando ninguna de las ciudades catalanas , ya que al parecer no existían ,y siendo el destino estrella Barcelona. Más tarde estas antiguallas de trenes de carbón pasaron a ser eléctricos tal y como hoy los conocemos. La flota trenera tuvo su auge en los años sesenta, siendo el novio de la época “El TALGO”. Trenecito con rojo y metalizado que recorría todos los viales de lado a lado de la piel de toro. ¡Tú…tú…! Se pusieron de moda entonces los regi
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