
LOS BLOQUES VINYET : VALLCARCA
SITGES. BARCELONA
Vallcarca era diferente al sudeste que había dejado. Era un mundo dentro de otro mundo y es ahora cuando me vienen a la memoria sin orden ni cronología todos aquellos recuerdos amalgamados de mi infancia. La Colonia estaba partida por una gran calle en cuesta, como todas las calles que la cruzaban. La parte vieja estaba paralela a la vía del tren. En la calle Laviana estaba el dispensario y el estanco, la calle Valencia era un poco más extensa, y en el espacio que quedaba en las dos calles estaba el viejo mercado; seguían las calles San José, las Carolinas, Barcelona, la más larga y Sitges, conocida como el Barrio Chino; el gran depósito de aguas y más tarde, sobre el 58, se edificaron los bloques del Vinyet.
Un poco antes de llegar a Sitges en dirección a Barcelona desde Tarragona , el tren pasa de largo por un lugar que fue la residencia de muchas familias jóvenes y que ahora ya no existe. Ese fantasmagórico lugar se llama: Vallcarca.
SITGES. BARCELONA
Vallcarca era diferente al sudeste que había dejado. Era un mundo dentro de otro mundo y es ahora cuando me vienen a la memoria sin orden ni cronología todos aquellos recuerdos amalgamados de mi infancia. La Colonia estaba partida por una gran calle en cuesta, como todas las calles que la cruzaban. La parte vieja estaba paralela a la vía del tren. En la calle Laviana estaba el dispensario y el estanco, la calle Valencia era un poco más extensa, y en el espacio que quedaba en las dos calles estaba el viejo mercado; seguían las calles San José, las Carolinas, Barcelona, la más larga y Sitges, conocida como el Barrio Chino; el gran depósito de aguas y más tarde, sobre el 58, se edificaron los bloques del Vinyet.
Un poco antes de llegar a Sitges en dirección a Barcelona desde Tarragona , el tren pasa de largo por un lugar que fue la residencia de muchas familias jóvenes y que ahora ya no existe. Ese fantasmagórico lugar se llama: Vallcarca.
La fábrica de cemento que existe en ese término hizo que se construyera en la falda de la montaña que queda en su parte posterior una pequeña ciudad/colonia de pisos prefabricados para los obreros de la fábrica.
Los pisos costituian en largas hileras de pequeños habitáculos de menos de 50 metros cuadrados con un balcón corrido para todos los vecinos.
Las calles sin asfaltar y los grandes corrillos de niños jugando a las canicas, o a la baldufa , eran fiel testigo de la juventud que se respiraba en ese momento.
Lo de fantasmagórico es literal, ya que si por algo era definitoria , por lo menos esos pisos y si la memoria visual no me falla , era por el manto blanco que lo cubría todo.
No es que se tratase de algún poblado perdido en la Antártida, ni que por la climatología estuviese como un paisaje suizo. ¡No!
La respuesta era mucho más vulgar y burda. La fábrica de cemento que presidía la pequeña ciudad como si fuesen los Simpson, expulsaba tal cantidad de polvo blanco, que esa era la solución a aquel enigma. Ese polvo blanco rociaba desde las casas, las fuentes, los niños de las canicas, y a todo bicho viviente que se acercase por aquellos Lares.
Desde que descendías del tren una gran nube de polvo atascaba tus vías respiratorias quedando la impregnación de los pies a la cabeza. Aún y pesar de aquella absurda e insana situación, los obreros seguían trabajando allí, y los niños seguían corriendo por una calles tapizadas de blanco.
“Vivíamos alejados de los problemas de la fábrica, sólo cuando tocaba la sirena de las doce con su característico pitido, veíamos el alud de gente que salía corriendo por la gran puerta, para poder aprovechar la hora de la comida”
Hoy al pasar con el tren la he vuelto a ver , aunque se que esto no es posible , ya que nada queda de esta pequeña Infra urbe . Antes de entrar en los túneles que te anuncian la llegada al precioso pueblo de Sitges he girado la cabeza hacia la izquierda , y he visto. La colonia de los bloques Vinyet .
Si por alguna razón ustedes hacen ese recorrido ferroviario, dejen por un momento de mirar al mar, y dirijan su vista hacia la montaña. Justo detrás de la fabrica de cemento, por encima de ella alejen la vista a la montaña y agucen los oídos quizas escuchen la sirena de las doce …
¡Ya me contarán!
..Poco a poco se consumió la diáspora y la Colonia se marchitó dejando un reguero de quincler en sus cuestas. El Maset aún conserva sus cimientos. Tan solo viven tres familias en la calle Trinidad, en los chalets. Han tapiado las puertas y ventanas de las casas no habitadas. Delante, en la fábrica majestuosa ya no suena el pito de las doce, sólo el humo transparente de los filtros da color a las nubes y en la noche, las luces azules de la autopista corta aquel verdoso valle con su acueducto. Tan sólo las moreras de la calle Trinidad dan su dulce fruto en verano.
Angels Vinuesa
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