He visto en demasiadas ocasiones como grandes estrellas han sido destruidas y arrastradas por la fama, llegando a ser solo un mito. Esto ocurre en grandes figuras donde el mundo exterior, la presión social, o si acaso el propio estrellato las lleva a desintegrarse como personas. El cuerpo humano es frágil, y en muchas ocasiones se ve arrastrado por enfermedades, por conflictos internos, por abuso de fármacos, que dan por finalizado el ciclo cuando ese cuerpo muere. Es la esencia lo que permanece en el tiempo, y es lo perdurable. Ha pasado con escritores, con pintores famosos, con poetas y con la música. La música siempre sigue viva, mientras los accidentes de una vida turbulenta se recogen en el olvido y al final fenecen. Ahora Mikel Jackson desde hoy mismo ha pasado a ser un mito, un niño prodigio que no supo digerir su éxito, y que no caminó al lado de los triunfos que le daría su música sin darse cuenta que marcaría un antes y un después en l...
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