


-Historias anónimas-
(La historia es real, los nombres figurados)
Juan perdió la visión hace ya una década, la diabetes y su mal cuidado lo llevó a una ceguera no deseada, y de la cual desde entonces esta preso.
Siempre se le ve pulido y limpio .Las camisas impecables, las chaquetas bien planchadas y sus inconfundibles gafas de cristales oscuros.
María su mujer sin embargo siempre se la ve desaliñada , ropas anchas , cabello descolorido y un corte a lo “garçon” un poco peculiar .Su atuendo diario se completa con unas zapatillas , de salir de la cama color fucsia ,donde se deja ver la mugre acumulada en unos pies descuidados .
Siempre van juntos, ella delante con paso incierto, y él con su mano apoyada en el hombro derecho de ella.
María es su lazarillo, sus ojos en una ciudad que apagó sus luces para Juan hace ya demasiado tiempo.
Su matrimonio ha sido siempre convencional en la distribución de tareas, él se encarga del papeleo y ella, analfabeta, del cuidado de la casa.
Dios no les concedió hijos, y por ello su universo lo componen esta particular pareja.
Se les ve caminando por la calle , él hablando en tono muy fuerte , casi chillando a pesar que María no padece ningún problema auditivo, ni ningún tipo de sordera, ella delante , cabizbaja haciendo extrañas muecas en una cara dibujada por mil arrugas que van en todas las direcciones posibles del espacio , y concluyendo en una expresión que es todo un poema .
Siempre se les ve juntos cuando acuden a la consulta. Ella casi muda, el parlanchín es quien lleva la voz cantante en ésta, su sinfonía de vida. Parece que ambos se complementan en sus carencias, la vista de él, y el lenguaje tosco de ella, pero que quedan compactados en uno solo indivisible. .
Uno dirige, el otro guía, ese es a renglón pasado la historia de sus vidas.
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El otro día, saliendo a desayunar me crucé con ellos. No era la primera vez, ya que los decibelios que emitía Juan se oían en todo el Ambulatorio, llamando la atención de todo quisqui.
Su conversación giraba en torno a la cura que debía realizarse de un dedo , debido al aceite de la sartén que había quemado el pulpejo de María y por la que tenia que acudir diariamente a realizarse la cura pertinente .
Juan , el ciego , le dijo a voces que al día siguiente ella podía venir sola , que solo tenia que sentarse y esperar a que la llamasen .
Ambos bajaban la rampa de salida a la calle , ella delante arrastrando sus zapatillas rosas y él con la mano extendida y apoyada en su hombro a muy poca distancia para no caer . Un traspié de María traería como consecuencia que ambos rodaran por el suelo.-
Ella , con la cabeza agachada se mostraba pensativa , mientras Juan la intentaba convencer de la conveniencia que ella viniera sola, cuando precisamente el que no podía desplazarse en soledad era él , que necesitaba de aquella mujer para hacer cualquier gestión en la calle, pero curiosamente la que tenia la limitación era ella , pues a pesar de tener todas las facultades para acudir sola a los lugares , se resistía a hacerlo sin la sombra de su marido
Muchas veces pienso que las limitaciones de las personas no están en los sentidos sino en los pensamientos, y solo tienen que ver con las ideas y con la mente.
“Las situaciones siempre son las mismas, lo único que cambia es la manera en como las vivimos”
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Los miré de soslayo, mientras acababan de bajar la rampa de la salida, y solo pude dedicarles una sonrisa cómplice.
¡La vida!
Angels Vinuesa
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