


Después de lo visto ayer con el debate entre los súper eurodiputados , y escuchando solo un rosario de acusaciones y reproches , que ya parecen un matrimonio mal avenido, dedicaré hoy este espacio en la red , para darle protagonismo por un ratito a una persona anónima .
Son esos personajes que por una razón u otra me llaman la atención , y merecen unas letras , es quizás la única vez en su vida donde están expuestos a que su historia sea leída por muchos lectores , pero sobre todo, son historias humanas que me hacen pensar y reaccionar sobre todo lo superfluo dando importancia a las emociones .
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Manuel perdió su vida cuando con 18 años se clavó la primera aguja envenenada de heroína , desde ese momento hasta la actualidad , que tiene 44 años, el resto de su no vida ha sido el arrastrarse entre una vida sórdida , ganarse el Sida y cuando el mercado lo quiso así , cambiar una novia por otra , la heroína por la cocaína a la que actualmente esta enganchado cuando su mísera paga de 300 euros le da para comprarse algún sobrecito.
La metadona acompaña todas las mañanas de este infeliz, hoy piel y hueso, zombie andante que camina por mi ciudad dando tumbos de un lado a otro.
La primera vez que acudió a la consulta, todos eran voces, portazos e insultos, unas llagas infectadas hicieron que sus pasos se encaminaran a pedir auxilio sanitario.
El primer choque con la enfermería lo tuve , sacando experiencia de muchos años y avisándole que si no venia en condiciones, la menda no le curaba ni una pestaña Asustado por su precariedad , Manuel redujo su agresividad , y no teniendo más remedio que ceñirse a un horario de visitas ,acudía cada día a curarse sus heridas, producidas por un cuelgue demasiado largo que le hizo dromir durante días en la fría acera de la calle. .
Apartado de toda vida familiar, por abusos económicos por su parte, su madre se desligó de un hijo que veía perdido. No vio Manuel la necesidad en ningún momento de acercamiento a la que le había traído al mundo, pues su vida se ceñía en buscar la dosis diaria, sin que nada de lo que ocurriera a su alrededor tuviese la mas mínima importancia.
En ese dejar hacer a la droga, su cuerpo maltrecho por las sustancias tóxicas, habían creado una pseudo persona que era rechazada por todo bicho viviente, yo incluida.
Impregnado de suciedad , desprendía tal olor que era imposible que cualquiera de la sala de espera estuviese a su lado .Se le aconsejó que tomara una ducha antes de venir , y que se cambiara de ropa , durante sus visitas siempre llevaba la misma ropa mugrienta posiblemente durante meses .
Cuando ya las curas eran habituales , y habíamos conseguido que al menos su limpieza fuera aceptable , y en esos comentarios que se suelen hacer durante y mientras manos de mucha experiencia iban curando sus infectadas llagas , Manuel empezó a hablar de su vida .
Una vida de entradas y salidas a centros de desintoxicación , de idas y venidas a la droga , de como se podía conseguir fácilmente y hasta como los narcos de segunda se acercaban a estas piltrafas humanas el día del cobro, para seguir ofreciéndole una mercaría "fula", según su lenguaje , droga cortada por sustancias como el talco ,o lo que es peor el matarratas .
Su dieta antes completamente líquida a base se zumos y cafés con leche , aconsejado por nosotros se le dirigió a un comedor de Cáritas , donde al menos una vez al día comería caliente .
Fue uno de esos días en los que la Metadona ya se había asentado en sus neuronas cuando me confesó que se había acercado a la Iglesia Evangélica, y que allí le estaban ayudando, pero sobre todo que lo querían. Curiosamente esta afirmación me llamó la atención poderosamente, y que tuviese importacia para él el hecho de que le quisieran.
-Rezo y hablo con Dios, le pido que me ayude – me dijo en ese nublado de sus ojos tristes.
Un día llego con la cara sonriente en una mueca casi esperpéntica.
-He visto a mi madre, señora (siempre me llamaba así), y he hecho las paces tal como me dijo usted, me ha perdonado.
Se que nunca se curarán sus llagas , que no dejará la droga, y que posiblemente un día nunca más aparecerá por la consulta , pero en ese cuerpo maltrecho también hay un atisbo de esperanza .
¡Que grande es mi profesión!
Angels Vinuesa
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