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DIARIO DE UN EMIGRANTE: EL TRABAJO



En este país he hecho de todo lo inimaginable. Como “papeles mojados”, he trabajado de fontanero, de pintor, de repartidor de fruta, de portero de discoteca. He estado en la recogida de la oliva y hasta he arado con un burro.
Me he requemado en las playas haciendo de hamaquero, entrando y saliendo del agua con lo patines acuáticos y hasta he arreglado sombrillas.
Me he congelado de frío haciendo masa trabajando de peón y hasta se han negado a pagarme el salario después de treinta días de trabajo, con más de doce horas diarias aduciendo que no me conocían.

No me importa el trabajo duro , allá en mi país desde muy pequeño trabajé en los arrozales , hundido de fango hasta la cintura con un saco de arroz al hombro y hasta me fui solo a un bosque para talar ramas, para hacer carbón con tan solo utensilio : Un machete
He salido al alba con el único propósito de buscar diez pesos para que mi familia comiera ese día, y he matado el hambre a base de vasos de agua.
He vendido animales y ropa de feria y feria y me las he ingeniado para salvar las circunstancias mas adversas.
Estoy , por ello acostumbrado a pasar pena , así que cuando firmé mi primer contrato y me dijeron que la jornada era de ocho horas casi no lo podía creer .
Trabajar en una fábrica era un incógnita para mí, yo provengo del campo y… ¡Caballero que clase de robots había!
La tecnología punta en mi país aun está por despegar, y esa clase de maquinaria solo la había visto en las películas.
Pero allí estaba , con el uniforme que me habían proporcionado , las botas de seguridad incluidas en la puerta de una gran fábrica , con capital extranjero que me tenia deparado sorpresas inesperadas .
El primer incidente, fue que al llegar me tomaron las huellas, el miedo se apoderó de mí pensando en que clase de fechoría habría hecho para tal acción. Pronto comprendí que simplemente era una forma de controlar el horario establecido, y que el hecho en si era mucho mas simple
¡Fichar!
Después de trabajar durante una hora, una alarma me asustó. Era la hora del almuerzo. Ali no servia “el ahorita”, “ni ya estoy viniendo”. En punto, cada día después de aquel sonaría la alarma para las horas de descanso.
El trabajo en si era una bobería, y para mi era pan comido, pero la dificultad era que me tenia que manejar con un ordenador.

¡Asere!

En mi país los ordenadores solo están en los hoteles para los turistas, y hasta ese momento ni se me planteó el que yo tuviera que acceder a ello. Vengo de un país donde el avance tecnológica aún esta en pañales ,al menos para la gente del pueblo, pero yo estaba allí y si una cosa he aprendido en mi país es a arreglármelas .Estaba yo en ese comedura de coco , cuando se me acercó un blanquito, y me dijo que le acompañase a la oficina.

¡Oño! Y ahora que es lo que pasa …

El blanquito amablemente me empezó a explicar las medidas de seguridad en mi nuevo trabajo , después supe que se llamaba algo así como de Riesgos laborales , empezó a marear la perdiz , con las botas , con los guantes , con como colocar las piernas . Me tenía harto con tanta explicadera. Ya cuidaba yo de mi seguridad por la cuenta que me traía. Siempre he sabido cuidar de mí y de mi familia y traje en mi maleta una gran cantidad de remedios para casi todo.
Al acabar de hablar finalizó con la consabida frase que me había acompañado desde que el NIE y la numero de las Seguridad Social estaban en activo en mi vida.

¡Firme aquí!

Firmé la hoja que me deslizaba una mano traslucida y bien cuidada, pensé en ese momento en lo poco que había trabajado el chamaco en su vida.
Mi jornada finalizaba a media tarde y en la puerta nos esperaba un autocar, como aquellos que en mi país solo se utilizan para los turistas y a los que nosotros no tenemos acceso.

Caballero... ¡lo que hay que ver en este país!

Esta seria la única forma que conozco para dar, gracias a mi sacrificio una vida mejor a mi familia de allá, y se que en poco tiempo podré volver a ver el Malecón y abrazarlos. Pero por ahora solo tengo un objetivo clarito.

¡Trabajar!

A veces cuando me agarra el gorrión, y me como la cabeza pensando en todo lo que deje atrás , me sostengo con el pensamiento que solo gracias a mi , mi familia puede tener una lavadora , un televisor, una cocina y comprar carne de res en los Shopping , ya que el racionamiento no les da para nada , y que ya nunca pasarán pena con el dinerito que les envío cada mes.

Ese pensamiento me da fuerzas para seguir hacia delante aunque tenga que pelearme con el ratón del ordenador….

Continuará


Angels Vinuesa

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