


La Mima murió en paz este viernes pasado, nunca llegó a cobrar la Ley de la Dependencia aún y a pesar de estarle concedida .
Vuelvo a publicar este relato en su memoria.
¡Descanse en paz!
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Vivió en la postguerra, y vivió los horrores de una guerra fraticida. Se crió sin madre y Dios no le dio la fortuna de concederle hijos, aunque si un marido que la cuidó siempre.
Su pasión era cantar , y la Piquer adornó sus mañanas toda una vida , recitaba como nadie , y su vista mermada por al miopía la hacia leer el periódico cada día acercando el diario a dos milímetros de la cara , aunque nunca supuso para ella ningún problema el hacerlo de este modo.
Era aficionada al parchís y al dominó, enfadándose cuando perdía y haciendo alguna trampilla sin importancia. La televisión no le daba demasiada importancia sin embargo, cuando anunciaban el tiempo que iba a hacer, se acercaba con la silla hasta rozar la pantalla, escuchándolo con atención:
-¡Demà fará bon temps!- decía siempre
Su vida fue la lógica en los años vividos, como ama de casa cuidándose de la comida, la ropa y el marido. Excelente cocinera, preparaba unos platos tan ricos que aún los mantengo en mi recuerdo.
Las depresiones empezaron a hacer mella y su alternancia de estados de ánimos fue cambiante en los años, acentuándose cuando la edad la superaba. Medicaciones, médicos, tratamientos que alternaba con sus momentos de tranquilidad realizando pequeños viajes con su pareja.
Pero un día tocó a su puerta el Alzheimer, y ya nada fue igual, olvidaba las situaciones, las canciones y hasta la poesía. Cada vez desconocía más su entorno y se sumía en el abismo del limbo con la mirada perdida.
Ya no hablaba y cuando lo hacia era con monosílabos, pronto dejó de caminar a pesar de los esfuerzos de los rehabilitadores, y se fue. Se perdió en los mundos infinitos del conocimiento con la mirada distante, y el alma ausente.
Para sus necesidades de subsistencia cada vez más era necesarios cuidadores para acostarla, darle de comer y bañarla…
Las personas cercanas se volvieron extrañas, y cuando la colocaban delante de la tele no hacia ningún aspaviento, se mantenía rígida mirando al infinito de lo desconocido.
Su mente se arrinconó en intrincados caminos, sumidos en la sombra. A su marido le llamaba padre , y solo sonreía cuando después de mucho insistir balbuceaba una silenciosa palabra , la cual, tenias que acercarte mucho para escucharla, pues su sonido era casi inaudible .
La Mima , aquella que fue fan de la Piquer , que sabia de memoria todas sus canciones , la que recitaba como Lola Flores , aquella que jugaba a las cartas y al parchís se deslizó por ese tortuoso mundo de los pensamientos baldíos .
El Sr. Alzheimer se apoderó de ella, y ahora ellos dos son uno, en perfecta simbiosis, y solo él gobierna sus dispersos pensamientos.
¿Sufre?
No lo se, solo sé, que cuando sueño con ella, la Mima me aparece tal como fue, y así la quiero recordar, ahora la miro y no me parece ella y una pena honda me penetra el alma como una lanza envenenada de tristeza.
¡La vida!
Angels Vinuesa
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