

Esta noche he estado espiando a las musas que asoman en el alfeizar de la ventana, sonriendo maliciosas al ver la pluma de la escritora inerte.
Las musas , esos seres invisibles que te asaltan en el momento mas inesperado , para susurrarte al oído , palabras inconexas , o te aligeran las ideas para poder llenar el fatídico folio en blanco .
Son ellas, peligrosas las que juegan con tus dedos para deslizarte por las palabras, y dar sentido a frases o historias insólitas.
Nada mas que ellas, son las que cuando quieren se evaporan dejándote en un blanco impoluto, en el limbo de los pensamientos furtivos que no acaban de conectarse.
Son las musas la protagonistas entonces que poniendo atención a tus sentidos dan vida a las entonaciones para dejar su rastro en los escritos.
Y son ellas también las que si quieren pueden marcharse al infinito dejando a la escritora vacía de contenidos. Pero hoy he sido yo la que las he espiado haciéndome la disimulada, e intentando hacerles creer que no las veía.
Sin embargo debajo del rabillo del ojo, las miraban en silencio observándolas y ellas a mi para ver como iba a reaccionar.
He cogido el folio en blanco y me he puesto a despistarlas escribiendo y tachando, y volviendo a reescribir, y ellas se han quedado confusas porque no es mi modo de hacer.
¡Si ésta escribe de corrillo!
Han susurrado en voz casi inaudible, pero que mis aguzados oídos podían oír en la distancia.
He vuelto a disimular, amarrándome la frente con fuerza, y suspirando amargamente por no querer salir las letras, y no poder plasmarlas en el papel ya lleno de tachones.
Entonces ha ocurrido algo extraño, ellas se han preocupado por mi incapacidad para seguir escribiendo, y han puesto en solfa todos sus mecanismos de intuición.
Pero yo he seguido como si nada de los efluvios que ellas me enviaban , aún y estando deseosa de volcar en el papel todas aquellas ideas que ahora se agolpaban en mi mente y que pedían salir a borbotones.
Me he tenido que contener, una y otra vez intentando hacerles creer que sus energías no me llegaban.
Y por más que yo no quería, ellas más me enviaban en un flujo sistemático y alborotado que ni ellas entendían o podían controlar, por no ver mi respuesta positiva.
¿Qué le pasa a la escritora hoy, que no escribe?
Entonces he girado lentamente la cabeza, mirándolas fijamente y les he dicho:
¡Espero que os sirva de lección para no abandonarme jamás!
¡Y ellas han sonreído por mi ocurrencia!
¡Y yo me he alegrado ,que por una vez haya sido yo la que ha espiado a las musas!
Angels Vinuesa
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