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EL PERRO LAZARILLO (hOMENAJE A LA ONCE)

EL PERRO LAZARILLO Como cada mañana , Pedro invidente después de una larga enfermedad se prepara para acudir a su trabajo en Barcelona. Tiene una casa acomodada a su servicio y conoce cada rincón de su hogar. Tuvo la suerte de conocer en su infancia los colores, y saber lo que era una puesta de sol. Una enfermedad fatal de la retina hizo que sus luces poco a poco se fueran apagando hasta sumirse en la más profunda oscuridad. Sabía , aunque nunca estuvo preparado para ello, que pronto que los objetos dejarían de existir para sus ojos, para despertar sus otros sentidos y observarlos desde otro prisma. Estuvo largo tiempo sin querer aceptar su ceguera inminente que lo dejaría a oscuras en la vida. Poco a poco y aconsejado por amigos y familiares se acercó hasta la ONCE para asumir de una vez que nunca más vería la luz del día. Fue en ese momento donde la penumbra cerraba todo atisbo de luz cuando le presentaron a Tomy. Tomy era un perro pastor alemán que había sido adiestrado como lazaril

LA RIQUEZA DEL CASTELLANO

Un ejemplo de la riqueza del Español es el número de acepciones de una simple palabra, como puede ser la muy conocida y frecuentemente utilizada que hace referencia a los atributos masculinos: "cojones" Si va acompañada de un número , tiene significados distintos, según el número utilizado. Así "uno" significa caro o costoso (valía un cojón), "dos" valentía (tenía dos cojones), "tres" desprecio (me importa tres cojones), un número muy grande y par implica dificultad (lograrlo me costó mil pares de cojones). El verbo cambia el significado. "Tener" indica valentía (aquella persona tiene cojones), aunque en admiración da idea de sorpresa (¡tiene cojones!), "poner" expresa un reto, especialmente si se pone en algunos lugares (puso los cojones encima de la mesa). "Cortar" puede utilizarse para apostar (me corto los cojones) o para "amenazar" (te corto los cojones). El tiempo del verbo utilizado tambien varía el

HISTORIAS DEL TREN:LOS SINDICALISTAS

LOS SINDICALISTAS En este ir y venir entre Reus /Barcelona, que se ha convertido mi vida a consecuencia de los fatales acontecimientos familiares, me he vuelto a meter en ese papel de fisgona /cotilla de todos lo que veo, y el tren, es un buen tesoro para descubrir historias y después contarlas. El tren como elemento vivo de la sociedad da para mucho en esa hora y media que me separa de mi ciudad, hasta la urbe que me vio nacer: Barcelona. Esta mañana aparecieron tres elementos que se sentaron en los asientos adyacentes al mío. Como yo prefiero aprovecharme de la mesita con la que estos trenes cuentan, eso me trae como desventaja que al ser asientos de cuatro personas puedan colocarse a mi vera los más variopintos personajes. Fue en ese entorno que describo, en el que un día me topé con el Indio Metropolitano, y otros personajes a los que he dedicado algunas de mis historias, y que me han servido para darle a la tecla y vidilla al blog. Volviendo a los tres jinetes de la Apocalipsis qu

UNA CUESTIÓN DE CENTÍMETROS

CUESTIÓN DE CENTÍMETROS Siempre que nos referimos a la expresión “Cuestión de centímetros”, todos maliciosamente pensamos en algo muy concreto No me hagan decirlo que ya saben que se trata. Esa pícara intención ha sido totalmente desplazada por otra explicación mucho más simple y sencilla; “El aparcamiento del coche “. Sí, como lo oyen, aparcar más allá de l problema que existe en las ciudades con más parque móvil que suelo donde dejar el coche es una realidad latente. Ahora va a resultar que además de llevar en el maletero, el triangulo rojo, el chaleco fosforito y la rueda de recambio un elemento más: La cinta métrica. Poco pensaba su inventor que tal audacia se convertirá en un uso tan peculiar de ese instrumento de medida. Así que cuando estén hasta la coronilla de buscar un hueco para dejar el coche, tendrán que calcular después de hacer la maniobra en dejar: ...20 centímetros entre coche y coche, y 20 cms hasta la acera... Y digo yo, que tipo de ordenanza más estúpida e insulsa.

3 Días (la Peli)

.......3 DIAS Como ya he mencionado en otras ocasiones, me gusta el cine. Es una de esas pasiones que me han acompañado durante toda mi vida. El cine tiene ese algo especial que no puede desbancar, ni a las pelis bajadas del PC (aunque no sea legal), ni a las alquiladas en el video club, ni a las compradas en el Top Manta. Ir al cine se ha convertido en un acto social , mas allá de cualquier consideración , es quedar con los amigos , tomar un café y sobre todo comentar a la salida las impresiones que te ha causado el filme , todo ello aderezado con los cómodos sillones y el Movie record ….que no tiene parangón . Los cine han tenido en el transcurrir de los años una transformación inherente a los cambios tecnológicos que nos abruman a toda prisa, y nos hacen ir en un correr detrás de ellos sin poder alcanzarlos, y sin dominarlos completamente. En mi barrio, donde yo me crié en Barcelona teníamos un cine que se llamaba Capri, posteriormente se convirtió en un gimnasio, pero durante años

Opiniones sobre mi novela Hologram@.com

Holograma.com, una novela de misterio que narra diferentes historias con un punto en común: las relaciones amorosas virtuales a través de un chat. Cuatro mujeres son las protagonistas. Cuatro mujeres que buscan sus propias historias y, a la vez, cómo salir de ellas. Se trata de la búsqueda constante de algo que no llega pero también el miedo a lo nuevo y al propio pasado. Una contradicción que mantendrá al lector enganchado hasta el final, pendiente de las pistas que las protagonistas le van dejando a Miguel, astrónomo y asiduo del IRC (Internet Relay Chat). De fácil lectura, esta novela muestra la fina barrera entre la ficción y la realidad. Analiza, en cierto modo, las relaciones virtuales y lo que ello conlleva: alegrías, inseguridad... Las protagonistas de esta fantástica historia mezclan su propia fantasía con la realidad y llevan al lector a analizar el sentido de las relaciones, sean o no virtuales. Pero sobre todo, esta novela describe el conflicto de personalidades múltiples,

LA SEÑORA PONS

Cada quince días he de ir a ponerme el tinte, es una de las obligaciones que me impuse desde que cumplí los veinticinco, y mi cabeza sé pobló de cabellos blancos. No eran unas canas por ahí sueltas que se podían esconder, sino que se veían claramente mi cabeza parecia tapizada por la nieve , de este hecho fui consciente un día mirando una fotografía, y me dije: -Niña, esto ya no puede ser- Desde esa fecha hasta la actualidad, la cosa ha ido a peor, ya que si antes eran unas cuantas canas ahora ya la raya se ve a dos leguas. No es que me importe pasar ese tiempo dedicado a mi imagen , ya que esas dos horas quincenales que paso en la peluquería me sumerjo en el mundo del colorín, y doy repaso a todo bicho viviente que suele salir en este tipo de publicaciones. Además lo hago con reiteración, alevosía, y si las peluqueras me dan otro tipo de revistas de esas más sesudas les contesto: -¿No tienes la del cotilleo? Las peluquerías en estos largos años han ido cambiando, así como las peluquer