Mi relación con los gitanos siempre ha sido fluida. Mi profesión de enfermera ha hecho que tenga un trato directo con ellos, los he visitado en sus casas, he asistido a funerales multitudinarios y he sido invitada a dos bodas por el rito gitano. Uno de sus patriarcas , ya fallecido al que siempre recordaré con el cayado y su reluciente reloj de oro colgando de la chaqueta , acudió un día a la consulta y me invitó por ser “una mujer de honor” a uno de estos enlaces . Más tarde , mis hijas Sonia y Marta , también fueron testigos de otra boda , pero a la primera solo acudimos el director del banco , y yo como payos , acompañados por multitud de gitanos que acudieron sin ser invitados , como es su costumbre . La verdad es que quedé impresionada de los ritos y el fervor con el que se entregan, novios y asistentes. Tuve , así mismo el placer de conocer personalmente a la "juntaora" , una mujer de elevada edad y experiencia que tenía el honor de
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