


Praga, 19 de diciembre de 1943
Querida Martina,
A ti me encomiendo en señal de agradecimiento, pues has estado a mi lado en los momentos más duros. Ahora me hallo en Praga y aquí voy a descansar. Espero que mi dulce niñita se halle a buen resguardo y le auguro una vida de felicidad.
A ti, un último favor te pediré. Junto a estas letras viaja una llave, es de un cuarto que se halla en un sótano de la calle Robert Nozick. Allí está mi único tesoro. Si alguna vez regresa alguien de mi familia, entrégale esta carta junto a la llave. Me despido dándote mil gracias por todo
Marta Brunell
Cuando hube leído la fascinante epístola, decidí partir de Polonia, pues allí ya no había nada más y el final de mi viaje se aproximaba.
Me despedí de la elegante violinista y amé un coche privado que la misma Martina encargó especialmente para mí.
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