


Ayer fui testigo como espectadora del último concierto del Rey del Pop. Casi nunca en la vida de una persona se es testigo de la muerte de un mito, he aprovechado esa oportunidad para empaparme por un día de ese extraño personaje que ya es historia.
Me ocurrió una cosa curiosa cuando veía por televisión , al igual que mas de 750 millones de personas desde lado a lado del planeta ,que el Staples Center , templo de los Angels Lakers , se parecía mas a una iglesia que muchas de la catedrales que existen en la actualidad.
En ese último concierto se le pegó al alma con dureza , y vi que un hombre que quiso ser siempre blanco fue homenajeado por casi todos los afroamericanos importantes del momento.
La ceremonia teñida de una profunda religiosidad, fue al estilo puro americano: la invocación a las virtudes de ese pequeño pero gran hombre que ya se ha marchado, muchas imágenes en off y música en directo.
Se dijeron frases hermosas, anécdotas curiosas y hasta que él fue el hombre que unió razas con su música. Para muchos la banda sonora de sus vidas suena a Michael Jackson.
Las diecisiete mil personas que lograron entrar al pabellón de los Lakers, fueron espectadores de primera instancia de todas las actuaciones póstumas, con el cuerpo presente del Rey del Pop en los pies del escenario.
Más que un funeral me dio la impresión que era una reivindicación del reconocimiento de una raza, se habló de orgullo , inspiración y ejemplo para los jóvenes negros , leyéndose hasta un poema por lo derechos civiles .
Sin embargo se habló entre silencios de una vida más allá de la muerte, de creencias religiosas y hasta de Dios. Una atmosfera espiritual reinó en todo el funeral.
De su vida nada se habló, porque ya no importaba, solo su legado musical y lo que ha representado en este frágil mundo.
Dos niños acabaron la ceremonia, uno cantando una canción suya y su hija Paris despidiéndolo.
¡Descanse en paz!
Angels Vinuesa
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