Si existen unos turistas que son de mi predilección, estos son los orientales. Siempre he admirado su disciplina, su unanimidad, y sus silencios. Nosotros, los turistas españoles somos en general escandalosos, desordenados, festivos, aunque no tengamos casi nada que celebrar. Hablamos en un tono alto, fuerte, y todos se enteran que somos eso ¡españoles! Estando el otro día en un aeropuerto de algún lugar de España, me encontré de repente rodeada de un grupo de orientales, que con sus gorritos y sus maletas hacían cola para embarcar. Eran al menos cuarenta. En un momento determinado la guía, otra oriental también, les hizo la señal que embarcasen en otra de las ventanillas que existen para ese menester. Y allí fueron todos.. Como una ola, pero ordenados, sin rechistar, haciendo cola uno detrás de otro. Me llamó la atención sobre todo su bajo tono de voz que utilizaban, casi un susurro.. Yo pensé que aquí se acabaría todo, y que mi admiración por la tierra de Chian,
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