He decidido en un golpe de solidaridad convertirme en una mujer de falsificaciones genuinas. La fiebre consumista que nos atesora, y nos agobia machaconamente a diario he producido en mí un eco de repulsión. Así que, en ese afán de estar a buenas con el planeta, evitar que se abra más la capa de ozono, el mercado justo y la globalización, he pensado hacer mi guerra particular. En una sociedad marcada por las firmas de marca, y de accesorios donde lo que cuenta es lo que llevas encima, he creído conveniente que lo mejor seria ponerme al lado de los débiles, de los sin techo, de los de “sin papeles”, de los que por el hecho de ser de fuera de mi país se le abusa y explota en el trabajo. Y he pensado que es lo que yo, ciudadana de ley, con papeles y trabajo estable podría hacer. La solución me ha llegado esta mañana paseando por la playa, al lado del mar. Ese mar Mediterráneo azul,que ya a estas alturas,y con el cambio climático se ha calentado, o no se si se ha llegado a en
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