EL VARADERO
DENTRO DE VARADERO
Decir qué las playas
de Varadero no son maravillosas, sería
una verdadera falacia. Son inigualables a
cualquiera de las que estos ojos cansados han podido vislumbrar.
Pero existe un mundo dentro de ese submundo, alrededor de las calles dela 20
a la 61, y la autopista que la circunvala. Existe un Varadero, con hoteles de
lujo, campos de golf, y hasta delfinario, y ese
otro costumbrista, de la calle, de las
casas alquiladas a gente del lugar, del buscar diario el sustento, el de los trabajadores de
los hoteles, que no ven con buenos ojos
que paisanos suyos puedan acceder a las instalaciones, destinadas solo a
turistas.
Existen los coches descapotables, y los Chevrolets,
tuneados con potentes motores, que con su música con demasiados decibelios, se
pasean por la avenida principal, esperando que algún turista lo rente para darse un vueltecita.
Las tiendas de artesanía,
se multiplican, con estrafalarios abalorios, maracas, y souvenirs, donde el regateo es imposible, y el precio cambia según el aspecto del
comprador.
Y esos dos
varaderos coexisten, porque no les queda
más remedio, unidos y desunidos en la distancia que marca el color del dinero, y donde desde fuera, y sin
profundizar, se ve uniforme, cercano y
como un espejismo que se
desvanece al mismo tiempo
que se aleja el tour de los turistas.
Playas para algunos pocos que acceden desde los hoteles, con custodios
para evitar a los ladronzuelos, y playas
para los lugareños, sin seguridad, hamacas y arena, bares o nada que tomar, la
dualidad del Varadero de los viajes organizados, de los vuelos chárter
con todo incluido, y el de los propios que pueden acceder.
Un mar azulado,
embravecido en época de tormentas, pero que deja su lastre, dando rebaba en las orillas de una arena completamente
blanca, fina, que se mece al ritmo del
son.
Varadero no deja de ser único e inigualable, sin embargo coexisten esos dos
, como si de un doble espejo se tratase, sin temor a que cada uno de ellos
se empañe , para descubrir el otro, que sigue ahí expectante ,
para quien lo quiera ver, para quien no se
quede solo en el folleto, y quiera
descubrir que existe, sin
temor a equivocarse y a ser valiente .
Solo aquel que
se capaz de ver los dos gemelos Varaderos, será capaz de comprender la idiosincrasia de este país que es Cuba.
Angels Vinuesa
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