EL
BAR DE LOS CHINOS
Cada día,
en esos 20 minutos que me permite
la administración para desayunar,
suelo ir al bar de los chinos.
Es un bar
limpio, y aseado, donde las mesas son grandes, lo que te permite algo de
intimidad y el ambiente tranquilo. Me gusta salir del centro de trabajo, y desayunar sola. Es, en ese ratito en el que aprovecho para leer la prensa local, y ponerme al día de los sucesos, y hasta la necrológica de la ciudad que me acogió hace ya demasiados años.
Los chinos,
son una pareja joven que alquiló el bar hace bastantes años. No sé
sus nombres, (o me es difícil de
pronunciar) pero siempre me reciben con una amplia sonrisa, y
quizás ese detalle del nombre no importe. He pasado por el embarazo de la china, su parto y
ahora corretea entre las mesas un
pequeño zagal, travieso y súper simpático, que hace las delicias
de los clientes que habitualmente visitan el establecimiento. Sus otras hijas,
dos niñas, acuden a un centro escolar, y en verano a una escuela china para que
no pierdan el idioma, ni las costumbres. Ellos en eso son muy estrictos.
He visto durante estos años, como vendedores
han intentado timar con productos al
chino. También como el gestor, un chico con pinta chulesca y pelo engominado,
se sienta en las mismas mesas del bar para
explicarles como van sus cuentas,
aprovechándose, eso sí del desayuno gratis.
El personal que acude al bar son trabajadores
de distintos comercios u obreros de la construcción,
que también hacen el alto en esa hora matutina, y que solo piden la bebida, pues el “bocata” se lo traen envuelto
en papel de aluminio.
Los chinos,
dueños del local, les sirven la bebida,
y se resignan, con esa paciencia
oriental a que no hagan más gasto, aunque lo bocadillos, qué ellos preparan son deliciosos. Han aprendido
como nadie a hacer la tortilla de patatas, y siempre un jamón reposa
en el jamonero en la barra dispuesto a servir a los clientes.
He
tenido pocas conversaciones con ellos, las justas para saber que están
integrados en esta sociedad, pero que
guardan como un tesoro su
antigua cultura. Hablan entre ellos en chino,
y no suelen levantar la voz, y siempre sonríen.
Es una gran
alegría para los sentidos que a diario,
en una sociedad desnaturalizada como la nuestra, te regalen
una sonrisa, y un trato amable que no cuesta nada material, y que ese pequeño detalle te pueda hacer sentir
bien, para el resto del día.
Les
regalé cuando nació el niño
un pequeño obsequio, y ellos me correspondieron cuando fueron a China,
con un amuleto de la suerte que guardo con cariño. Tenemos una relación
cordial, donde ellos respetan mi espacio
de silencio, y yo les correspondo con alguna propina y alguna que otra consulta
profesional.
Tres grandes pantallas de televisión coronan tres paredes distintas, pero nunca el volumen está lo suficientemente alto
para que cause molestias. Solo el ruido
de las máquinas tragaperras, distorsionan el ambiente zen del bar.
Ellos
tienen una inteligente estrategia para desterrar del bar a borrachos y
gente de mala calaña.
Cuando acuden
alguno de estos personajes que
pudieran desbaratar la tranquilidad ,
ellos les cobran por un café , un
precio abusivo , y cuando el
cliente bebido les dice que el precio no
se ajusta al mercado , ellos con su sonrisa
permanente, les replican, que si no les
gustan sus precios que no vuelvan . Así
de esta manera, apartan a la mala
gente que les podría causar problemas, porque como dicen ellos,
nosotros queremos clientela fija, y de
calidad.
¡Y a mí me parece estupendo!
Estas navidades pasadas, la china después de pagar mi desayuno diario, salió
detrás de mi, y ya en la calle me regaló
una botella de cava, a escondidas de los demás
clientes.
-“Para que
pase buenas Navidades “– me dijo con su eterna sonrisa.
Y yo la miré agradecida, y pensé que quizás si
hubiese más personas como ellos, que con
su permanente sonrisa te hacen la vida más fácil y te levantan
el ánimo, todo sería más fácil. Aunque
para eso... Quizás deberíamos tener
su cultura...
Y como
el tema de los chinos , me encanta
voy con la segunda parte, que son
las tiendas de las
uñas y masajes en Madrid..
¡No se lo pierdan!
Angels
Vinuesa
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