LOS ESTABLECIMIENTOS CHINOS
DE UÑAS Y MASAJES EN MADRID
Como lo prometido es deuda
y yo soy muy cumplidora
con mis palabras, vos a explicarles una
anécdota que me pasó en Madrid hace pocos meses en un establecimiento
chino para uñas y masajes.
Pasaba unos días de asueto
en la capital, en casa de mi hija Marta, cuando decidí acercarme a
uno de los tantos establecimientos de
manicura y pedicura chinos que existen
en la capital. Madrid al ser un lugar de
paso, en las calles céntricas se aglomeran numerosos negocios de chinos, como
grandes peluquerías a pecios” low cost”,
y esos extraños lugares donde aparte de hacer
la manicura y pedicura, también realizan masajes, a precios módicos.
El establecimiento en cuestión ya me pareció raro al principio , pues si bien las chinas que se dedicaban a
realizar manicuras y pedicuras
se vestían de forma normal , habían otras , que iban vestidas
con trajes demasiado cortos y medias
negras con liguero que eran las
que hacían los masajes .
El establecimiento era una algarabía , las chinas , gritaban mucho ,
y hablaban entre ellas todo el tiempo, consultando los móviles continuamente , y en el rato que me estuve haciendo la pedicura , un larga
cola de hombres entraban y
se iban con las chinas sexis
a hacer los masajes.
No había porque desconfiar, todo parecía normal.
Así que la china que parecía ser la jefa
de las dominatrix , me dijo que
si quería un masaje, me debió ver cara de estresada, mientras demás chinas no dejaban de comer fruta y de chillar .Yo sabía por mi hija
que allí también se hacían
masajes descontracturantes , sin
ninguna cosa rara , así que acepte
el masaje.
Ya me
mosqueó que fuera una de las
chinas , de traje
de fufú , la que me atendiera ,
pero bueno .. Cuando me di cuenta esta
estirada en la camilla, en una habitación con luces rojas.
Se puso a
masajearme la espalda tan fuerte, que
casi me detuvo la respiración, hasta que le dije:¡No tan fuerte por favor!
-Ella
solo me decía... ¡Está contracturada!...en un español raro.
Pero de
repente, y cuando ya el masaje
era más suave y pude recuperar la respiración, va y se sube a
la camilla.
-¡Dios
dije!- aquí se acaba todo.
-¡Que sea lo que Dios quiera!- pensé
Yo estaba
boca abajo, y la china subida detrás de mí...
-No pienses mal- me dije, recordando las
palabras de mi hija Marta.
(Será para hacer mejor el masaje...)
Y así
fue, sin más. La situación era lo
sufrientemente cómica, y mis temores
se disiparon cuando ella concluyó el masaje, después de una hora,
dando un saltito y bajando de la camilla. Mientras me explicaba
su historia desde que llegó de
china.
Mientras tanto, en la habitación
de al lado, seguían entrando hombres para masaje, que imagino no era como el que me dio a mí. Y sentí un poco
de tristeza, pues la china me explicaba que ella había venido para
hacer dinero de su pueblo natal, y que
ahora hacia masajes...
Me lo contaba
con cierta melancolía, con ese atuendo ridículo que le habían colocado,
con sus medias negras con ligeros, y
falda de vuelo cortita y negra.
-Se
encuentra mejor ¿me dijo?
- ¡Si
claro! – cualquiera le decía que
no.
Salí del establecimiento con una paliza en mi espalda que tardé dos días
en recuperarme del masaje. ¡Eso sí!, sin un atisbo de contractura muscular, ¡la
china sabía lo que
hacía! y ahora cuando lo explico siempre me saca un
sonrisa...
Angels Vinuesa
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