Hace pocos años, asistí a un Congreso de Enfermería en Madrid, alojadas en un Meliá de 5 estrellas, nos dispusimos a bajar a desayunar para asistir a las conferencias de la mañana. Se supone que en el restaurante del Hotel no debieran permitir la entrada a personas que no son clientes, o eso creía yo, ya que en el tiempo que me desplacé a recoger en el buffet el café con leche y los croissants, me desalojaron el bolso que dejé colgado en la silla. Al volver con el desayuno me di cuenta que mi bolso estaba abierto y pensé: “Angels, mira que eres despistada, dejarte el bolso abierto”- Ese pensamiento apenas me duró unos segundos hasta que comprobé que no se habían llevado el bolso, sino la cartera. Eran sobre las ocho de la mañana , y el tiempo que tarde en avisar al Hotel, echándoles como es de suponer una bronca descomunal por dejar entrar a desconocidos , bloquear las tarjetas de crédito y acercarme al puesto de policía para hacer la denuncia, me habían soplado 3000 eu
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